Blog: una autobiografía profesional

EL ESPACIO COMO MATRIZ

20.07.2020

Como ocurrió en la secuela de la pandemia global de la mal llamada “gripe española” de 1918, la pandemia actual ha forzado el cuestionamiento de estructuras actuales para el mejor diseño de las ciudades y la vida urbana. El ingente número de victimas mortales de la pandemia junto a la creciente y militante conciencia en contra de la segregación étnica y socio-económica, encima de la alarma general por los desastres que conllevará el calentamiento global – nos obligan a revisitar otras soluciones ya pensadas, pero escasamente implementadas. Porque el dar prioridad a la inclusión, la salud y el bienestar de la gente como objetivos del diseño urbano y la vivienda ha sido parte de propuestas previamente formuladas.

En este sentido, quiero referirme a ideas expresadas en mi ensayo de 1976, “El espacio como matriz” (1), donde proponía una manera de pensar el diseño de espacios urbanos y viviendas que promoverían la integración saludable de grupos de edades, etnias o ingresos diferentes, así como la fusión entre espacios naturales y construidos dentro de las manzanas y barrios.  En dicho ensayo decía que, para poder pensar las ciudades y las viviendas de nuevo, tomando en cuenta cuestiones como la densidad, las jerarquías espaciales excluyentes o la discriminación acumulada en los espacios urbanos, deberíamos repensar la idea misma del espacio.

Históricamente, se han introducido nuevos planes para el rediseño de ciudades y viviendas cuando los anteriores se han mostrado inadecuados para enfrentar nuevas condiciones, tales como un confinamiento estricto y prolongado frente a la pandemia actual (2). Con respecto a la densidad, por ejemplo, la adopción de edificios de viviendas con alta densidad y poca altura en los Estados Unidos se inició como respuesta a las repudiadas torres Pruit-Igoe en St. Louis, Missouri, dinamitadas entre 1972 y 1976. Pero el concepto de “torre-en-el-parque” que las inspiró fue una respuesta a la congestión de las densas ciudades europeas después de la pandemia de 1918. Sin embargo, ninguna de estas propuestas consideraba fundamentales los problemas de exclusión social, acceso a las oportunidades o fuentes alternativas de energía, entre otras cosas.

Repensar el espacio de nuevo quiere decir ir mas allá de las tipologías como la vivienda, los parques o el comercio, quiere decir romper las distinciones convencionales entre lo público y lo privado, lo individual y lo compartido, los espacios construidos y los naturales, con el objeto de proponer una interacción entre opuestos. La jerarquía puede entonces convertirse en una manera de organizar el espacio para la inclusión, en lugar de un método para la exclusión.

El confinamiento forzado que ahora previene la propagación del virus está haciendo que la gente reconsidere su experiencia de la vivienda, el trabajo y los espacios públicos. La falta de un acceso fácil a la naturaleza puede normalizarse cuando la vivienda es ocupada menos de la mitad del día.  Pero cuando el hogar se transforma en oficina, escuela y lugar donde las tensiones de la vida en familia son experimentadas las 24 horas del día, la necesidad de salir al exterior y el contacto con otros seres humanos adquiere una nueva urgencia.

Los sociólogos, arquitectos y diseñadores urbanos están nuevamente enfatizando la necesidad de repensar la densidad, la importancia de los espacios para el bien común y de lugares en las viviendas urbanas que se abren a las calles y los espacios verdes libres de automóviles.  También hay innumerables propuestas para crear espacios de trabajo en la vivienda con muebles ingeniosos, pero estos arreglos rápidos quitan espacio a otras actividades familiares y asumen que la ciudad y las viviendas continuarán sin cambios. Se le presta menos atención al problema de la distancia física en el transporte público, aún cuando los automóviles contaminantes adquieren una mayor relevancia como burbujas protectoras. Quizás este es el momento para comenzar a pensar en sistemas híbridos de desplazamiento para las rutas entre la vivienda y el trabajo, con módulos de transporte privados que pueden ser acoplados o desacoplados de sistemas de transporte público en paradas específicas.

Pero en lugar de reconsiderar otra versión de tipos arquitectónicos y patrones urbanos antiguos deberíamos ir mas allá de una estructura binaria del entorno. Nuevamente, deberíamos repensar la idea misma del espacio. En relación a este objetivo propuse en 1976 tres principios, pensados para entretejer, como en una matriz, lo público con lo privado, lo individual con lo compartido, y el entorno natural con el construido:

1-El logro simultáneo de objetivos aparentemente opuestos: abierto/cerrado, aislado/conectado, bajo/alto, pequeño/grande, íntimo/monumental.

2-La creación de espacios multifuncionales que reflejen de qué manera vive la gente en realidad y cómo cambian las ciudades. Los espacios de uso único y la segregación de funciones domésticas y urbanas incorporados en las normas y códigos que regulan el entorno construido promueven un aislamiento forzado entre las vidas privada, compartida y pública.

3-La introducción de elementos flexibles para facilitar la adaptabilidad y el cambio en el interior mismo de la lógica cerrada y auto-referente del diseño. En el concepto de espacio-como-matriz los elementos fijos se combinan con posibilidades espaciales cambiantes para la transformación y el crecimiento (3).

Pienso que si estos principios fuesen sumados a los discursos de la arquitectura y el diseño urbano sería posible evitar los recurrentes vaivenes respecto a la densidad y avanzar hacia entornos humanos y naturales mejor integrados.

Notas

 

 

 

 

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